Donald Trump puede haber puesto a Ucrania en apuros.
La negativa del expresidente de afirmar si quiere que el presidente Volodymyr Zelensky gane la guerra tras la invasión no provocada de Rusia –junto con su absurda afirmación de que podría poner fin al conflicto en 24 horas– aumentó la perspectiva de que el destino de Ucrania quede en manos de los votantes estadounidenses el próximo año.
Los comentarios del principal precandidato republicano, en un foro de CNN en Nueva Hampshire, fue la señal más reciente de que la política de la guerra en EE.UU. podría volverse más tensa a medida que se intensifica la campaña de 2024, creando una nueva presión sobre la próxima ofensiva de Zelensky para asestar un golpe decisivo en el segundo año del conflicto.
La perspectiva de un regreso de Trump a la presidencia de EE.UU. también podría ofrecer un incentivo al presidente de Rusia, Vladimir Putin, para prolongar una guerra que está afectando gravemente a civiles y acumulando enormes bajas rusas, con la esperanza de poder aprovechar cualquier disminución del multimillonario flujo de ayuda estadounidense a Ucrania.
Y la decisión de Trump de meterse de lleno en el debate refleja la profundización de los cálculos políticos de varios actores clave en la guerra. Eso incluye tanto al presidente Joe Biden que apostó su legado como defensor de los principios democráticos en Estados Unidos y en el extranjero por la supervivencia de Ucrania, y Putin, que presidió esta semana un desfile del Día de la Victoria reducido a la mínima expresión en Moscú tras fracasar en su objetivo bélico de aplastar la soberanía de Ucrania.
Los desarrollos en el campo de batalla podrían dictar el curso de la guerra mucho antes de las elecciones de noviembre de 2024. Y hacer juicios equívocos sobre cualquier comentario del expresidente es arriesgado, ya que a menudo parece vivir día a día y minuto a minuto en lugar de seguir planes estratégicos de meses de duración.
Sin embargo, la falta de voluntad de Trump para referirse a Putin como un criminal de guerra, a pesar de las pruebas de las atrocidades rusas en Ucrania y una orden de detención de la Corte Penal Internacional, renovó la intriga sobre los motivos del expresidente que en repetidas ocasiones se ha arrodillado ante el hombre fuerte del Kremlin.
Aun así, no hay que subestimar las motivaciones personales y políticas de Trump para crear un tema de campaña a partir de Ucrania, ni su capacidad para politizar el multimillonario suministro estadounidense de armas y municiones otorgado al Gobierno de Zelensky. En Nueva Hampshire, Trump demostró que ve la guerra como un vehículo perfecto para su nacionalismo populista, afirmando que el resto del mundo está estafando a EE.UU. y que Biden está más preocupado por proteger la seguridad de los extranjeros que las necesidades económicas de los estadounidenses.
Este mensaje podría ser especialmente poderoso en caso de recesión el próximo año, lo cual podría perjudicar la candidatura de Biden a la reelección. Tampoco está claro si Biden querría entrar en los meses críticos de su campaña enviando todavía miles de millones de dólares a Ucrania, a pesar de destacar su liderazgo en Occidente como un gran éxito en política exterior.
Por ahora, la perspectiva de un regreso de Trump a la presidencia es una preocupación a largo plazo para Ucrania, que lucha por expulsar a las fuerzas rusas de su territorio en un contraataque largamente esperado y cuenta con el apoyo incondicional de Biden, que ha revigorizado la alianza occidental en su apoyo. Después de todo, faltan 18 meses para las próximas elecciones y puede que Trump no gane la candidatura del Partido Republicano ni la contienda presidencial. Algunas encuestas recientes han detectado un debilitamiento del apoyo al papel destacado de EE.UU. en el apoyo a Ucrania, especialmente entre los republicanos, un factor que Trump está tratando de explotar, aunque el apoyo del Partido Republicano a Ucrania en el Congreso se mantiene firme a pesar de la retórica contraria a Zelensky de algunos de sus aliados más cercanos en el Capitolio.
La cosmovisión transaccional de Trump
Para Trump, toda la cuestión de Ucrania se reduce a una ecuación de dólares y centavos, del mismo modo que parecía considerar a la OTAN durante su mandato como poco más que una extorsión por protección internacional.
«Estamos regalando tanto equipo que ahora mismo no tenemos munición para nosotros», dijo el expresidente en el foro de CNN. Y añadió: «No tenemos munición para nosotros, estamos regalando tanta», comentarios que sacan provecho del aislacionismo del Partido Republicano actual.
Cuando la presentadora de CNN Kaitlan Collins le preguntó si cree que Putin debería ser juzgado por presuntos crímenes de guerra, Trump respondió: «Voy a decir esto: Quiero que Europa ponga más dinero». Ese comentario recordó a una de las líneas que recibió más aplausos de su campaña de 2016, en la que acusó a los aliados de Estados Unidos, como los de Europa y Asia, de enriquecerse bajo el paraguas de la defensa estadounidense.
Por un lado, los comentarios de Trump son una afrenta a generaciones de ortodoxia de la política exterior estadounidense basada en la idea de que hacer del mundo un lugar seguro para la democracia y plantar cara a los tiranos responde a los intereses políticos, diplomáticos y comerciales fundamentales de Estados Unidos y es un multiplicador del poder estadounidense.
Sin embargo, sus amenazas a los aliados de Estados Unidos, especialmente en Europa, aunque conmocionaron a la alianza transatlántica, hicieron que algunas potencias europeas aumentaran su propio gasto en defensa hasta alcanzar el umbral del 2 % del PIB, recomendado por la OTAN para los Estados miembros. No obstante, a veces es difícil distinguir entre el efecto Trump y un mayor gasto europeo en defensa debido a la creciente preocupación por Rusia, incluso antes de la invasión de Ucrania.
Pero Trump también tiene razón en que Estados Unidos ha gastado más en la defensa de Ucrania que la Unión Europea, una economía poderosa, que está geográficamente mucho más cerca de la zona de guerra que Estados Unidos. La Administración Biden ha comprometido un total de US$ 36.900 millones en ayuda militar a Ucrania desde el comienzo de la guerra, en un esfuerzo extraordinario que la ha convertido de facto en cliente de la OTAN y ha frustrado uno de los objetivos bélicos de Putin: mantener a Kyiv fuera de la órbita occidental.
Las instituciones de la Unión Europea han prometido unos 3.600 millones de euros en ayuda militar a Ucrania, pero los Estados miembros a título individual han aportado más de 10.000 millones de euros en contribuciones combinadas, según el Instituto de Economía Mundial de Kiel. El Reino Unido, que ya no es miembro de la Unión Europea, envió más de 6.000 millones de euros y, como informó en exclusiva Jim Sciutto, de CNN, este jueves, entregó misiles de crucero Storm Shadow a las fuerzas de Zelensky ante la próxima ofensiva. (Un dólar equivale actualmente a 0,91 euros).
Al igual que Estados Unidos, Europa también ha ofrecido decenas de miles de millones de dólares en otros tipos de ayuda, subvenciones y garantías de préstamos a Ucrania, pero Washington sigue siendo el principal donante. La visión transaccional de Trump sobre la alianza occidental refleja su visión muy estrecha de los intereses de seguridad y la política exterior de Estados Unidos, que no ha cambiado desde su primer mandato, cuando recortó las contribuciones financieras estadounidenses a la OTAN.
También ignora el modo en que la asociación combinada Estados Unidos-Europa, basada en el poderío militar estadounidense, no solo ha mantenido en gran medida la paz en Europa durante casi 80 años, sino que ha convertido al bloque occidental en el experimento político más próspero y democrático de la historia. Su primera administración transformó a EE.UU. de garante de la estabilidad mundial en una importante fuerza perturbadora, y ya está dando señales de que una segunda administración ofrecería más de lo mismo.
Pero sus quejas sobre el gasto europeo en defensa recibieron este jueves el apoyo de una fuente poco probable: el responsable de Relaciones Exteriores de la UE, Josep Borrell.
«No era seguidor del presidente Trump, pero creo que tenía razón en una cosa: los europeos no comparten su parte de la carga», dijo Borrell, este jueves, en Bruselas.
Zelensky no se inmuta ante las quejas de Trump
Aun así, Ucrania debería preocuparse de que, si Trump vuelve al poder, se deleite borrando el legado de Biden, del mismo modo que se retiró del Acuerdo Climático de París y destrozó el acuerdo nuclear con Irán, piezas centrales diplomáticas de la Administración de Obama.
Y es posible que el expresidente albergue un resentimiento especial hacia Zelensky después de que su intento de que el presidente de Ucrania anunciara una investigación por corrupción contra Biden, antes de las elecciones de 2020, desembocara en su primer juicio político.
El gobernador republicano de Nueva Hampshire, Chris Sununu, frecuente crítico de Trump y posible candidato presidencial en 2024, calificó la actuación de Trump en el foro de «débil», «apocada» y carente de liderazgo en una aparición, en el programa «Situation Room with Wolf Blitzer».
«Ucrania tiene que ganar la guerra», dijo Sununu, añadiendo que Estados Unidos nunca había tenido una oportunidad mejor para «pisar a fondo a ese ejército de hojalata que es Rusia».
El exsecretario de Defensa de Trump, Mark Esper, dijo este jueves a CNN «This Morning» que los comentarios de Trump enviaban el «mensaje equivocado», entre otras cosas porque podían sugerir a China que la determinación de Estados Unidos y sus aliados para disuadir cualquier invasión de Taiwán podría terminar.
Sin embargo, los amigos de Estados Unidos en el extranjero subrayaron este jueves que, al menos por ahora, las intenciones de Trump para Ucrania eran hipotéticas.
El propio Zelensky se encogió de hombros ante los comentarios de Trump en una entrevista con la BBC. «¿Quién sabe dónde estaremos [cuando se celebren las elecciones]?», dijo, según la BBC. «Creo que ganaremos para entonces».
Y el secretario de Estado de Defensa del Reino Unido, Ben Wallace, declaró este jueves en la Cámara de los Comunes que confiaba en que los estadounidenses apoyarían a Ucrania estuviera quien estuviera en la Casa Blanca.
«El presidente de EE.UU. es hoy el presidente Biden. Mantengo una buena relación con él, al igual que el Gobierno», declaró Wallace. «Sé que la gente decente y buena de Estados Unidos reconocería que sus derechos son tan importantes como los del pueblo de Ucrania. Su constitución defiende los derechos. Creo que eso es lo que les unirá, y confío en que quienquiera que sea el próximo presidente seguirá apoyando la batalla por la defensa de los derechos humanos».
Pero esta semana ha sido el recordatorio más claro hasta ahora de que Trump, que el año pasado pidió la «terminación» de la Constitución, puede no compartir esos valores.