Estrenar zapatos es muy agradable, pero también puede ser problemático. Seguro que más de una vez has salido con unos zapatos nuevos que te han empezado a causar dolor en los pies cuando llevabas unos cuantos pasos. Puede suceder incluso aunque parezcan muy cómodos, porque tal vez no se hayan amoldado todavía a la forma de tus pies y puedan ocasionar rozaduras y hasta ampollas. Estas se producen por la fricción continuada del zapato con una zona del pie y son acumulaciones de líquido debajo de la piel.

Una época en la que muchas personas sufren esta dolencia es el verano con las amadas y a la vez odiadas sandalias. El comienzo de esta temporada y usar pares nuevos por primera vez se puede convertir en una actividad de riesgo, porque el material de la prenda está en contacto directo con la piel. La fricción es más intensa y es probable que terminen saliendo rozaduras, de lo más incómodas para el día a día.

La mejor forma de tratarlas pasa por la prevención, pues una vez que aparecen hay que esperar a que curen y cicatricen para que dejen de doler. Lo primero que debes tener en cuenta es escoger unas sandalias que le sienten bien a la forma de tus pies, pero además hay algunos trucos que puedes llevar a cabo por tu cuenta para evitar sufrir las rozaduras:

1. La talla correcta es una de las formas principales de cuidar tus pies. Para ello debes comprobar que ambos pies estén acomodados desde el talón hasta los dedos, sin sentir el zapato apretado o demasiado ancho.

2. Usar crema hidratante tanto en los pies como en el calzado es otra opción para prevenir las rozaduras porque minimiza la fricción y protege la piel. También sirve la vaselina, el aloe vera o los polvos de talco.

3. Seca los pies muy bien antes de calzarte, porque la humedad puede provocar hongos, infecciones y rozaduras. Tanto el agua de la ducha como el propio sudor pueden afectar a la fricción en la piel.

4. Agrandar un poco los zapatos puede ser una solución si sientes que te aprietan demasiado. También es aconsejables hacerlos flexibles si el material es muy duro. Una de las formas que puedes seguir es llenar una bolsa con agua e introducirla en la parte más ajustada de cada zapato. Introdúcelos en el congelador y, cuando el agua se congele, aumentarán de tamaño.

5. Camina con calcetines por casa durante unos días para amoldarlos a la forma de tu pie. También puedes hacerlo llevando unas medias finas.