Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. El candidato a la investidura para ser presidente del Gobierno y el jefe del Ejecutivo en funciones se reúnen este miércoles en el Congreso de los Diputados. Será la tercera vez que ambos compartan impresiones entre sí en un espacio privado, pero el contexto esta vez es algo diferente a las anteriores ocasiones: tuvieron un primer encuentro en abril de 2022, nada más aterrizar el entonces recién dimitido presidente gallego, y otro en octubre del mismo año, con la negociación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) -aún por cerrar- encima de la mesa.
Esta vez, la reunión no será en el palacio en el que reside el presidente del Gobierno, sino en la Cámara Baja. Es un espacio neutral y es donde ambos deben someterse a las votaciones pertinentes para lograr su objetivo: uno para llegar a ser presidente y el otro, para renovar su mandato. Porque ambos llegan al encuentro enrocados en que es su partido el que debe gobernar. El candidato popular tendrá la oportunidad a finales de septiembre, los días 26 y 27, tras ser designado por el rey como candidato a la investidura, aunque en el entorno del presidente en funciones dan por «fallida» la votación.
Hablan de «paripé». Le acusan de hacer «perder el tiempo». El motivo es que Feijóo cuenta con 172 votos a favor -los de su grupo más los 33 de Vox y otros dos de Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro-, pero que llegue a los 176 necesarios es casi un imposible. Incluso en las filas del PP, donde lo ven «extraordinariamente complicado».
El candidato tiene que convencer a cuatro diputados más, pero ningún grupo parece dispuesto -ni el PNV, quien podría parecer más proclive-. En ello se enmarca la ronda de consultas que Feijóo empieza mañana con Sánchez. El tema principal -y parece que único- será el proceso de negociaciones con el que el presidente del Partido Popular pretende alcanzar la Moncloa a finales de septiembre, aunque en el PSOE cierran la puerta y trasladan toda la presión a Feijóo.
Como candidato a la investidura, defienden, debe ser él quien lleve el orden del día y argumentos para convencer al presidente de «derogar el ‘sanchismo'». «Se antoja difícil», ironizan. Indirectamente, este argumentario aleja cualquier posibilidad de pacto -como el de la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), pendiente desde hace cinco años- y supone que el encuentro se traducirá en una mera foto. No está claro, además, que sea el propio Sánchez quien comparezca para explicar el desarrollo del mismo.
Sí tratará Sánchez de exigirle «disculpas» por haber estado «toda la legislatura, desde el minuto uno, deslegitimando al Gobierno». Además de lo que dentro del PSOE consideran como «continuas llamadas al transfuguismo» por parte de los ‘populares’ cuando han pedido el voto a los «socialistas descontentos» con Sánchez.
El PP no recoge el guante: por un lado, niega una llamada al transfuguismo y recuerda que Sánchez votó en contra de lo que marcó la dirección del PSOE en 2016 y, por otro, cree solo ha cumplido con «contundencia» su labor de oposición. «¿Cómo no va a haber sido una legislatura bronca con un gobierno que impulsó leyes como el ‘solo sí es sí’, cómo no vamos a ser contundentes contra la reforma del Código Penal que aliviaba las cargas contra corruptos independentistas?», se preguntaba este martes el portavoz nacional del PP, Borja Sémper, quien recordaba que «estar en contra de Sánchez no es ser un peligroso radical» y que «hasta hace poco estar en contra de Sánchez era en algo en lo que estaban muy de acuerdo los socialdemócratas».
Así, el PP acudirá a la cita con la intención de presentar su proyecto de país en una reunión que tratarán que sea cordial, «ordinaria y protocolaria». El PSOE, por su parte, acudirá a escuchar al popular, asumiendo de primeras que será una «perdida de tiempo». Esta cita será el arranque de la ronda de contactos con el resto de grupos y se estima la antesala del que será el desarrollo de las siguientes semanas.
Una primera reunión protocolaria y una segunda fallida
Cinco días después de que el barón popular en Galicia asumiera el liderazgo de su partido a nivel nacional, se citaba con el presidente del Gobierno en la Moncloa. Aún con mascarillas, aquel 7 de abril de 2022, los líderes de las dos principales fuerzas tomaban su primer contacto para abordar asuntos relevantes, como la crisis económica, la invasión rusa sobre Ucrania o la renovación del CGPJ. Una reunión que se desarrolló dentro de la normalidad y el protocolo. Era el momento para que PSOE y PP recuperaran los lazos que habían roto Pedro Sánchez y Pablo Casado.
Feijóo llegó prometiendo ser un hombre de Estado. Así, en las siguientes semanas y meses el líder de la oposición fue remitiendo sus propuestas en varias materias, tanto económica como energética o de calidad institucional. Un total de seis propuestas de Estado que fueron «rechazadas de un portazo» por el presidente a lo largo de la legislatura, tal y como ha denunciado el PP. El ambiente ya estaba tenso en el inicio del curso político, que ya respiraba ambiente electoral.
No obstante, había una materia que urgía resolver: la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Como ocurrió con la primera reunión, ambos líderes solo se citaron por un caso excepcional. Al no lograr un pacto para desbloquear el CGPJ, el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, acabó por dimitir de su cargo, lo que provocó que Sánchez citara a Feijóo. Si bien las negociaciones parecían fluir y avanzar, estas se truncaron en el último instante. Cuando unos y otros hablaban de flecos por rematar, el PSOE negoció en paralelo la reforma del Código Penal, para rebajar la condena por malversación y eliminar la sedición en favor de los independentistas. Sánchez necesitaba sus apoyos para sacar adelante sus Presupuestos.
Pero el PP se plantó: el PSOE acabó por reformar el Código Penal, el CGPJ quedó sin renovarse y las relaciones entre ambos quedaron ya tocadas, más aún a las puertas de la primera cita electoral del 28-M. A partir de enero la tensión fue subiendo a cuenta de las elecciones. Tras una dura campaña de las municipales y autonómicas, con cruce de acusaciones entre PP y PSOE, llegaron las generales. Y más de lo mismo. Apenas ha pasado un mes desde la última cita electoral y la relación entre ambos dibuja la misma estela. Es en este contexto, y de nuevo en una situación excepcional, ambos líderes vuelven a reunirse a puerta cerrada. La diferencia es que en esta ocasión ha sido el PP el que ha tomado la iniciativa en calidad de ganador de las elecciones y que ambos insistirán en que su partido es el que debe formar gobierno.