Después de muchos «pronto» y «en breve», la investidura de Pedro Sánchez está más cerca que nunca. Así lo confirman diversas fuentes del PSOE consultadas, que aseguran que las negociaciones con la nueva «mayoría de la investidura» han entrado en la «recta final» tras asumir el presidente del Gobierno en funciones la amnistía de forma pública, un gesto que no tiene marcha atrás. Los acuerdos están terminando de perfilarse y solo queda por desvelar la incógnita de cuándo se celebrará la sesión de investidura: los socialistas barajan forzar los plazos para poder celebrarla en la semana del 6 de noviembre, aunque no se descarta que tenga lugar la siguiente.
«Está todo atado. No sé quién tiene más ganas de firmar, si el presidente o Puigdemont», dice una persona con información sobre el desarrollo de las conversaciones para que Sánchez revalide su mandato al frente de la Moncloa. La discreción con la que el presidente y su equipo han llevado a cabo unas difíciles negociaciones que tienen que dar pie a un encaje de bolillos entre partidos rivales entre sí –Junts con ERC o PNV con EH Bildu– sigue siendo la norma general dentro del partido. «Pero solo tenéis que unir los puntos», asegura otra de las personas cercanas al jefe del Ejecutivo.
El camino no ha sido fácil, pero va haciéndose. La mayor prueba es que Sánchez asumió ayer de forma pública la amnistía, condición ‘sine qua non’ de los independentistas. Es un paso imposible de revertir y ningún término estaba elegido al azar. «La amnistía no es un fin en sí mismo ni el fin del camino», dijo. «La amnistía no es un punto final», había dicho diez días antes en el Senado el president de la Generalitat, Pere Aragonès.
Más allá de ser uno de los «hechos comprobables» que pedía el Junts de Carles Puigdemont, haber afirmado ante los suyos que habrá amnistía -aunque sin concretar a cuánta gente afectará ni cómo se realizará, más allá de asegurar que será «constitucional»- hace que el presidente en funciones tenga difícil afrontar una repetición electoral que se convocaría si los planes se tuercen y no hay gobierno antes del 27 de noviembre, algo que casi nadie contempla.
Todo estaba medido. Cuesta pensar que fuera casualidad que la primera vez que Sánchez mencionó la amnistía lo hiciera en una rueda de prensa en la que también estaban presentes Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Como también que haya asumido la principal demanda del independentismo ante su partido, en el máximo órgano de dirección, el Comité Federal, que también aprobó someter a las bases el acuerdo con Sumar y la amnistía, aunque con una pregunta que no la menciona directamente. Con ese gesto, rompió un silencio que empezaba a ser difícil de gestionar para los socialistas.
«En el interés de España, en defensa de la convivencia entre españoles, defiendo hoy la amnistía por los hechos acaecidos en la década pasada», pronunció Sánchez este sábado ante el aplauso de los suyos. Son unas palabras inimaginables para el líder socialista antes de las elecciones generales del pasado 23 de julio -él mismo y su Gobierno defendían que la medida de gracia era «inconstitucional»-, pero que muestran cómo de avanzadas están ya las conversaciones.
Así las cosas, todavía es una incógnita cuándo se fijará la investidura. La presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, ha convocado a una reunión a la Junta de Portavoces el próximo viernes, 3 de noviembre. Es más que probable, según estas fuentes, que ahí se comunique la fecha elegida. La opción favorita por los socialistas es, como ya publicó 20minutos, la semana del 6 de noviembre. No obstante, podría retrasarse unos días más por lo apretado del calendario.
El próximo martes, 31 de octubre, la princesa Leonor jurará la Constitución en el Congreso por su 18 cumpleaños. Hasta entonces no está previsto que se comunique ningún acuerdo más y después se deberá hacer de una forma que contente a las formaciones firmantes. Es decir, ERC, Junts, EH Bildu, PNV y BNG. Voces autorizadas hablan incluso de la posibilidad de que se sume al bloque del ‘sí’ la diputada de Coalición Canaria, Cristina Valido, aunque públicamente dijo hace pocas semanas que su opción sería el ‘no’ o la abstención. Sobre la escenificación del acuerdo, las mismas fuentes descartan que Sánchez se haga una foto con todos como sí hizo esta semana con Yolanda Díaz, la líder de Sumar, con quien compartirá el Gobierno.
Sánchez abraza el pragmatismo… y el PSOE también
El discurso con el que Sánchez asumió la amnistía también trajo consigo la justificación pertinente. Y no es nueva en el caso del presidente en funciones, que vuelve a hacer del pragmatismo su forma de hacer política. «Decía Feijóo de su trazabilidad, pero trazabilidad la nuestra», comentaba un miembro de la dirección. «El PSOE sabe leer los momentos y no toca repetir elecciones, es el momento del acuerdo», decía otra persona a la que Sánchez apartó de la primera línea, pero que ha sido importante en los últimos gobiernos del líder socialista. De hecho, estas opiniones fueron mayoritarias en un Comité Federal que logró, incluso, que Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, dijera, tras criticar abiertamente la amnistía como ha venido haciendo, que asumiría el resultado de la votación a la que están llamadas las bases para dar respaldo al presidente, un resultado que se conocerá el próximo sábado.