Bajo un sol de justicia, Iñigo Aritza Ikastola celebró el sábado su 50 aniversario, medio siglo desde que un grupo de padres y madres de Altsasu, con la ayuda de otras personas euskaltzales, hicieron posible en Altsasu una educación en euskera. Aquella semilla germinó, y con muchos cuidados, poco a poco, a pesar de muchos contratiempos; echó buenas raíces y se transformó en un hermoso roble que sigue creciendo, según se representó en un acto lleno de simbología.
Giró en torno a un texto de la escritora Castillo Suárez, que recordaba su paso por la ikastola y en especial por el centro de Basomutur, situado en un centenario robledal. «Nuestra infancia está unida a este paraje, nuestro modo de amar y luchar. Nuestra lengua», leyó Josu Reparaz, presidente de la Federación de Ikastolas de Navarra. También hablaba de vientos, sequías, nevadas y otras inclemencias que atacaban a los robles, pero que se protegían entre ellos para seguir adelante. Leire Baztarrika, directora de Iñigo Aritza Ikastola, habló de la savia que alimenta a los árboles. «Nosotros y nosotras también llevamos algo en nuestro interior que no se ve, muchos recuerdos, y al mismo tiempo, el impulso para el futuro, el latido y la firmeza del árbol», adirmó.
Aunque en la explanada de Iortia no había robles, ni sus estimadas sombras, alumnado de la ikastola presentó retoños de este árbol. «Nos hemos criado viendo como crecía la ikastola, pequeña y frágil en los inicios, más grande y estable en la actualidad, tal y como muestran estos robles», observó Aitziber Etxaiz, conductora del acto. Asimismo, tuvo palabras de agradecimiento para aquellos padres y madres, docentes y trabajadores que pusieron en marcha aquella ikastola en el curso 1971-1972. Este reconocimiento era extensivo a todas aquellas personas que han participado en el gran auzolan que es la ikastola «dando la palabra al pueblo, del pueblo para el pueblo», destacó.
El acto central estuvo amenizado por la música de Eider Garde y los sonidos de la txalaparta así como dantzaris. Además, Itziar Nazabal realizó en directo una action painting. Asimismo, se homenajeó a la familia Oiharbide-Unamuno por sus 25 años como parte de la comunidad de la ikastola. Finalizó con buena parte del alumnado y también del profesorado acompañando con un vaso a modo de percusión la canción Euskara da Euskal Herri, una invitación a vivir en euskera. En esta celebración no faltó una comida que reunió en el frontón Burunda en torno a 600 comensales, entre familias, alumnado, docentes y trabajadores, de antes y ahora, que conforman la gran comunidad de la ikastola. Y es quefue un día de encuentros, con una jornada llena de actividades abiertas a la ciudadanía.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LA IKASTOLA
Desde aquellas dos primeras aulas en la calle San Juan, una gran ola se extendió al resto de los pueblos de la comarca, con 13 ikastolas repartidas por Sakana. Así, en 1977, los padres y madres fundaron la cooperativa Aralarko Mikel Donea, que en la actualidad agrupa a las ikastolas Iñigo Aritza de Altsasu y Andra Mari de Etxarri Aranatz.
Si bien los principios fueron difíciles, con incertidumbre jurídica y provisionalidad de sus instalaciones, la ikastola siempre ha mirado para adelante, creciendo ante las dificultades, siempre en auzolan, una de las señas de identidad de esta iniciativa social. Con pocos recursos y muchos proyectos, en este camino han organizado cuatro Nafarroa Oinez. El primero, también de Navarra, fue en 1981. El segundo fue en 1993 y el tercero, en 2005. El último fue 13 años después, en 2018.
Este curso que acaba de finalizar Iñigo Aritza Ikastola ha formado a 307 alumnos y alumnas de Ziordia, Olazti y Urdiain además de Altsasu, de 0 a 16 años, en los centros de Basomutur y Txioka