Dom. Dic 15th, 2024

«Las encuestas han vuelto a fallar. No han sabido poner en valor el peso del voto rural ni el comportamiento de los suburbs (suburbios), como tampoco el de los grupos raciales», especialmente los ciudadanos latinos. En términos generales, es la explicación más simple que puede darse al hecho de que no se haya previsto que Donald Trump iba a arrasar en las elecciones de este martes.

Así lo expone Alejandro Manso, director de Asuntos Públicos en Llorente y Cuenca (LLYC) y experto en análisis político y encuestas. Si bien los denominados suburbs fueron los que apostaron por los demócratas en 2020, esta vez han depositado su confianza en Trump.

A ello se unen los siempre capitales estados bisagra, que hace cuatro años se decantaron más por Joe Biden (ganó entonces en Pensilvania, Arizona, Wisconsin, Michigan, Georgia y Nevada, y Trump solo en Carolina del Norte) y que este 2024 han votado al unísono por los republicanos.

«Donde más daño han sufrido los demócratas es en el cinturón de óxido (nordeste del país), sobre todo en Michigan, Wisconsin y Pensilvania, donde ha estado la clave», cuenta Manso a 20minutos.

Con este análisis coincide José Antonio Gupergui, director del Instituto Universitario de Investigación en Estudios Norteamericanos Benjamin Franklin. «Personalmente, pensaba que Harris iba a conseguir Michigan, Wisconsin y Pensilvania, y que eso le bastaba para hacerse con la victoria. De hecho, las denuncias de Trump en las últimas semanas sobre un posible fraude en Pensilvania me hacían sospechar que los republicanos tenían algún tipo de encuesta o información que les hacía pensar que iban a perder allí», declara a este periódico.

Poca duda había, en cambio, con los estados del sur (Oklahoma, Texas, Luisiana, Florida, Mississippi, Arkansas…), que tras estas elecciones perpetúan su histórico apoyo republicano.

Las razones de la victoria de Trump

Existen varios factores que pueden explicar que Donald Trump haya terminado arrasando a Kamala Harris en los comicios. Tanto Gurpegui como Manso coinciden en ellos, aunque profundizan en unos más que en otros.

Así, el director del Instituto Universitario de Investigación en Estudios Norteamericanos Benjamin Franklin cree que el magnate ha sabido identificar muy bien los problemas que más preocupan a los estadounidenses y, de esta manera, centrar su discurso durante la campaña en ellos.

«El discurso de Trump era muy sencillo y estaba bien dirigido. Se ha centrado en los aspectos que le interesan al votante: economía, seguridad, inmigración… Ha sabido utilizar muy bien sus armas, como la inflación, diciendo: ‘Oiga, ¿usted vive hoy mejor o peor que hace cuatro años, cuando yo era presidente? Claro, la respuesta de una mayoría muy importante es: ‘Vivo peor’. Eso repetía en casi todos sus mítines», afirma Gurpegui.

Con respecto a Kamala Harris, el experto cree que «andaba en otras disquisiciones de corte intelectualoide que no interesaban a sus votantes» y que «no ha sido capaz de superar esa mala fama que tenía como vicepresidenta y despegarse de Joe Biden, un presidente muy impopular».

Por su parte, Alejandro Manso apunta a un desencanto de «lo que Trump llama la América real (zonas rurales y suburbios)» con los demócratas. «Cuando veamos el mapa condado por condado, vamos a ver que el voto demócrata es urbano y el republicano, rural. Esta es una de las lecciones que deberían sacar de lo ocurrido», considera el director de Asuntos Públicos en Llorente y Cuenca.

Asimismo, Manso hace referencia a la imprevisibilidad del comportamiento de las minorías raciales, claves para que Trump haya podido alcanzar de nuevo la presidencia de Estados Unidos. «Es muy difícil predecirlo. Es cierto que había dinámicas y que se hablaba de que Harris estaba perdiendo el apoyo de los hombres negros y latinos. Las encuestas tampoco han sabido ponderar el que han acabado dando a Trump». De hecho, según la CNN, los republicanos han reducido en 25 puntos la brecha con los demócratas en lo que respecta al voto latino.

EEUU «no está preparado» para tener a una presidenta

«Es demoledor y es crudo decirlo, pero sí. Estados Unidos parece no estar preparado para tener a una mujer como presidenta del país. De hecho, entre la población negra, concretamente entre hombres de más 40 años, se ha venido identificando que no querían que una mujer negra les gobernase«, lamenta Manso.

En este sentido, el voto femenino (40% del censo) no se ha movilizado como preveían los demócratas y las encuestas. Si bien es cierto que Harris ha aglutinado la mayor parte, Trump ha recortado cinco puntos en este ámbito, según la CNN. «Kamala buscaba morder el voto de mujeres blancas sin estudios, pero no ha sido capaz. Y eso que las sentencias del aborto parecía que iban a movilizar a muchas contra Trump, pero parece ser que lo que han priorizado los americanos son la economía y la inmigración», dice.

De la misma manera se manifiesta José Antonio Gurpegui, quien también apunta a las reticencias de los estadounidenses a que una mujer llegue a la Casa Blanca. «Hay un impedimento social que no logró superar [Hillary] Clinton y no ha logrado superar Harris. Igual es una ensoñación, pero mucho me temo que esto ha terminado con las posibles aspiraciones que pudiera tener Michelle Obama. El Partido Demócrata ha presentado en dos ocasiones a dos candidatas y ambas han perdido», afirma.

Horas bajas para el Partido Demócrata

La victoria de Trump es aplastante. Se ha hecho con todos los estados bisagra, ha ganado en voto electoral y voto popular, aglutina una mayoría en el Senado y la Cámara de los Representantes. Todo ello hace afirmar a Gurpegui que «el desastre de los demócratas ha sido monumental«. «Yo creo que desde Carter no habían tenido una derrota tan importante», defiende.

Manso es menos catastrofista analizando únicamente los resultados. «El colegio electoral estadounidense nos da una fotografía muy caricaturizada. Trescientos y pico de delegados contra doscientos y poco ofrecen una brecha más amplia de lo que realmente es«. Sin ir más lejos, en las elecciones de 2020 los demócratas se hicieron con 306 delegados y los republicanos, con 232. Cuatro años después, la situación se ha revertido totalmente.

Aquí es donde está la clave para el director de Asuntos Públicos en LLYC: no tanto en el mapa de hoy, sino en la incógnita en la gestión del mañana. «El votante estadounidense está desconectado del relato demócrata y creo que el partido no tiene muy claro el próximo liderazgo. Si no son capaces de gestionar esto, oficialmente sí estarán en horas bajas», advierte.

Más poder que nunca para Trump

A la consecución republicana del voto electoral, el popular y las mayorías en el Senado y la Cámara de Representantes se une su predominio en el Tribunal Supremo, donde la mayoría de los jueces son conservadores. Con todo ello, Donald Trump acumula mucho más poder que en 2016… y lo que puede ser más importante: ya sabe lo que es el poder.

«Cuando llegó a la Casa Blanca hace ocho años, no sabía lo que era ser presidente de Estados Unidos, tuvo que aprender y cometió errores. Ahora ya sabe lo que tiene que hacer y, además, con el voto popular, se ha cargado de razones morales para ello«, explica Gurpegui.

Así, Manso espera que en esta coyuntura Trump emprenda un «full MAGA (Make America great again)«, su lema estrella junto al «America first«. «Las mid-term [elecciones intermedias] son en un par de años y se va a renovar un tercio del Senado. Si los demócratas demuestran agilidad estos meses, podrían provocar que los republicanos teman perder ese poder, por lo que no sería extraño que Trump quiera acelerar todas sus políticas en los primeros dos años», dice Manso.

Por último, en cuanto a la situación del Tribunal Supremo, el panorama actual puede hacer que su composición termine siendo la más conservadora y reaccionaria de la historia. Actualmente, hay seis jueces que han sido elegidos por republicanos (tres de ellos por el propio Trump) y tres por los demócratas. Dos de los conservadores, seleccionados por George W. Bush, están próximos a su jubilación, por lo que el nuevo presidente de EEUU, utilizando su incuestionable poder legislativo, podría sustituirlos por dos jueces afines más y hacerse con el control absoluto de la institución.

«Si realmente Trump lleva a cabo esa política de America first tan agresiva que le llevaría a tener todos los poderes en su mano, podría provoca un cambio de paradigma tal y como lo conocemos«, concluye Manso.

Por Admins

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