Dom. Dic 15th, 2024

La DANA ha afectado a más de un centenar de colegios y ha dejado a miles de alumnos sin clase en Valencia. Buena parte de estos centros, ubicados en plantas bajas, han perdido sus bibliotecas y gimnasios. Decenas de aulas de música han quedado devastadas. La madera de las puertas y del mobiliario escolar se ha inflado por el agua y se ha convertido en inservible. «Muchos enseres tendrán que ser reemplazados, pero no ahora, sino cuando se limpie el fango», dice la profesora y pedagoga Carmen Pellicer, que en menos de una semana ha logrado organizar una red de solidaridad por toda España para empezar a recoger pupitres, sillas, ordenadores, libros de texto, material deportivo y hasta instrumentos musicales para las escuelas que han sufrido las inundaciones.

«Los centros educativos que lo han perdido todo nos necesitan», señala Pellicer, que también es formadora de maestros, directora de la revista Cuadernos de Pedagogía y, como presidenta de la Fundación Trilema, gestiona seis colegios concertados repartidos por España, dos de ellos en Valencia. Estos centros, ubicados en Manises y en La Pobla Llarga, no han resultado afectados por el temporal.

Por eso Pellicer se ha podido centrar estos días en contactar con las escuelas públicas y concertadas de la zona cero de la DANA para hacer un inventario donde apunta todo lo que tienen que reponer. «Hace falta mobiliario escolar, juguetes para las escuelas infantiles, colchonetas, pantallas digitales, cuadernos, lápices de colores… También se necesitan instrumentos musicales, porque aquí en la Comunidad Valenciana la música tiene mucha tradición y se han perdido las aulas de música», enumera. Ha conseguido el apoyo de las principales asociaciones educativas de España -se han comprometido más de 50-, así como de empresas que trabajan con colegios, como Danone o Naturgy.

Técnicos de la Conselleria de Educación de la Comunidad Valenciana han revisado 125 centros públicos y concertados de 75 municipios afectados por la DANA. Se ha desplegado medio centenar de equipos de trabajo formados cada uno de ellos por un técnico y un inspector. Los informes han revelado que la mayoría presenta pérdidas en equipamientos, mobiliario y material escolar, entre otros. La última circular de la Generalitat indica que, a pesar de los daños, 49 colegios están en disposición de retomar la actividad lectiva, 47 tienen alguna afectación que podrá ser subsanada antes de dos semanas e irán retomando la actividad lectiva progresivamente y otros 29 no pueden abrir todavía.

Libros y material escolar tras el paso de la DANA.
Libros y material escolar tras el paso de la DANA.D.G.

Pellicer está ayudando en las tareas de limpieza del colegio María Auxiliadora de Algemesí, a 40 kilómetros de Valencia, que también ha resultado dañado por las inundaciones. Acostumbrada a lidiar con lo inesperado -con 16 años ya enseñaba a niños de etnia gitana y ha pasado tiempo en escuelas de África-, durante el Covid alimentó a los padres de sus alumnos y creó un kit de emergencia para el aprendizaje que, además de apuntes para estudiar a distancia, incluía mascarillas, toallitas y gel hidroalcohólico para las familias necesitadas. La pandemia le ayudó a «gestionar crisis» y le permitió «crear una red de conexiones y de acompañamiento inmediato» formada por profesores, directores, inspectores, editores, asociaciones de familias y empresarios educativos que ahora se han ofrecido a echar una mano en Valencia.

Además, su experiencia en entornos complicados le ha enseñado dos cosas. La primera es que «los colegios son una buena vía de acceso para ayudar a los que están más olvidados». La segunda es que «no es fácil sostener en el tiempo la generosidad». «Ahora hay una eclosión de voluntarios y la DANA está en la portada de todos los periódicos. ¿Pero qué va a pasar cuando esté todo limpio y la gente vuelva a la normalidad? El problema vendrá después de que se limpie el barro. Se necesita una ayuda razonada y razonable durante meses para reponer una escuela que lo ha perdido todo. Esto va a durar mucho tiempo y no podemos perder la solidaridad», reflexiona.

Por eso la campaña de recogida se llama Después del barro y surge con la idea de «crear una red para compartir recursos a futuro». «Me ha escrito un grupo de 10 colegios que tienen mesas que no utilizan. Nosotros vamos llevando un registro, de tal forma que dentro de una semana, un mes o un trimestre el material pueda estar disponible para llenar las aulas vacías», cuenta. Luego irán poniendo en contacto a los donantes con los directores de los centros que necesitan material. No distinguen entre colegios públicos, privados o concertados: ayudan a todos por igual.

«Tenemos desde ofrecimientos de profesores de a pie a empresarios que dan licencias digitales gratuitas, familias que quieren donar enciclopedias o fábricas que ponen el mobiliario a precio de coste», explica. Ha ubicado el centro de operaciones en su colegio de Manises, aunque el material que proceda de otras ciudades será enviado directamente a los colegios cuando terminen las labores de limpieza.

«Volver a la normalidad es prioritario, y eso pasa por regresar pronto al colegio», apunta la inspectora educativa Susana Sorribes, presidenta de la asociación de inspectores Insnovae, una de las tres existentes, que colaboran con Pellicer. Sorribes ha estado visitando centros en Massanassa y Beniparrell y ha observado que «se necesita maquinaria pesada para retirar todos los enseres de las calles». Ha visto un colegio de Primaria «derruido» hasta cuyo patio el agua arrastró varios coches.

«El barro ha llegado hasta las bibliotecas y ha destrozado libros, archivos y expedientes. También se han estropeado los ordenadores y las pantallas digitales. Faltan lápices, bolígrafos, libretas… Ha sido como si hubiera pasado una bomba atómica», expresa.

La Generalitat valenciana ha manejado varios escenarios para que los niños no pierdan clase. Tras descartar la educación online, porque los alumnos han perdido sus dispositivos y no funcionan debidamente las conexiones, ha apostado por acoger en otros colegios a los niños que puedan ser reubicados en casas de familiares. No se descarta dividir las clases en dos turnos, por la mañana y por la tarde, para que más alumnos puedan seguir las clases de forma presencial, no como durante el Covid.

Mayoritariamente se está recolocando a los alumnos en colegios de la ciudad de Valencia, pero también de los alrededores, como Quart de Poblet, y de otras regiones, como Castilla-La Mancha. Otros centros han podido abrir sin incidencias: los primeros fueron, la semana pasada, tres en Castellar-l’Oliveral. Además, más de 22.000 alumnos procedentes de 47 colegios de 14 municipios volvieron ayer a las aulas. Los menores recibieron «acompañamiento emocional», mientras que el Gobierno central aprobó ayer en Consejo de Ministros un plan de formación por el que, a partir del curso que viene, habrá clases obligatorias sobre prevención y protección de catástrofes que serán impartidas por técnicos de Protección Civil y de servicios de emergencia.

Por Admins

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