Era ‘sorpresa’, pero se anunció antes de que ocurriera. El lunes por la mañana, la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, se reunió con Carles Puigdemont, expresident de la Generalitat y fugado de la Justicia española. El punto principal del encuentro fue la investidura de Pedro Sánchez, pero desde el equipo del presidente en funciones se han apresurado en negar su vinculación. Para Moncloa es un misil a la línea de flotación en su estrategia de «discreción», porque además también supone que quede eclipsado el desgaste al que tratan de someter a Alberto Núñez Feijóo en el camino hacia su investidura.
Desde que el rey Felipe VI encomendó al presidente del PP que intentara su investidura, es difícil que Moncloa dé algún mensaje claro. El lunes, Díaz obró el milagro y provocó que desde el equipo del presidente se desligaran rápidamente de la visita a Bruselas. Repitieron el mensaje desde la rueda de prensa del Consejo de Ministros del martes. «No ha ido en representación del Gobierno», lanzó Isabel Rodríguez, portavoz del Ejecutivo.
En privado, el mensaje fue algo más prolífico. Añadieron que tampoco se utilizaron fondos del Gobierno y quisieron incidir en todo momento en el hecho de que Díaz ostenta una vicepresidenta, pero también lidera la plataforma Sumar. En calidad de lo segundo es como, según Moncloa, hizo el viaje la vicepresidenta, que avisó a sus socios del PSOE la noche del domingo. También niegan que haya una estrategia conjunta ni que la reunión suponga un primer paso para la negociación. «Tenemos distintas formas de trabajar», dicen.
Con todo, cierto es que el viaje torpedea la estrategia del PSOE. Díaz lleva semanas intentando imprimir prisa a las negociaciones tanto con los socialistas, para conformar la nueva coalición, como con los socios de la nueva mayoría de la investidura, en la que esta vez tendrá que estar Junts. «Más allá de los intereses de los partidos, el desgaste es a la ciudadanía. Acerquemos cuanto antes un gobierno y obtengamos los apoyos negociando con seriedad y respeto», dijo el 21 de agosto.
Sin embargo, estas prisas contrastan con la tranquilidad de Moncloa, sumida en un buscado letargo a nivel comunicativo. La orden de Sánchez era la de quedarse en un segundo plano mientras Feijóo se quemaba mientras intentaba conseguir los cuatro apoyos que le faltan para alcanzar la mayoría absoluta. Además del ‘sí pero no’ que el presidente del PP vivió con Junts, en Moncloa también contaban con sacarle partido a la foto de él junto a Santiago Abascal, líder de Vox.
De hecho, esa imagen se produjo ayer y pasó desapercibida por la fotode Díaz y Puigdemont: en la rueda de prensa, todas las preguntas de los periodistas hablaron de la segunda instantánea y ninguno reparó en la primera. Además, que antes de empezar formalmente las negociaciones el expresident ya haya logrado una foto con la vicepresidenta segunda puede provocar que la foto que le exija al PSOE sea la de algún alto cargo en Bruselas o Waterloo.
Convencidos de que habrá acuerdo
Más allá del viaje de Díaz, en Moncloa apuntan a que habrá acuerdo y que Sánchez volverá a ser investido. Pese a las condiciones de Puigdemont, que en una rueda de prensa ayer citó el reconocimiento «de la legitimidad del independentismo catalán», y que este «se deje de considerar una amenaza y se deje de tratarnos como terroristas». También, «el abandono completo y efectivo de la vía judicial» contra los independentistas.
Fuentes del palacio presidencial insisten en que la «determinación» del presidente en funciones sigue siendo la explicada el lunes. En su conferencia en el Ateneo, dijo que «es hora de dejar realmente atrás la fractura de 2017» y apuntó que el acuerdo «se puede, se debe y se va a alcanzar». La pregunta ahora es cuándo y sobre qué. De momento, el calendario marca la investidura de Feijóo para los días 25 y 26 de septiembre. «Cuando nos lo pida el rey, iremos nosotros», añaden las fuentes.