Este jueves se conoció la petición de la Fiscalía de una pena de nueve años de prisión para Dani Alves por la presunta violación de una joven en una de Barcelona después de que el Ministerio Público presentara ante la Justicia un desgarrador escrito en el que se detalla, con pelos y señales, el episodio de «angustia y terror» vivido por la chica de 21 años en el baño de uno de los reservados del local.
En el texto aportado a la Audiencia de Barcelona se narran de forma completa y cronológica los acontecimientos ocurridos en la noche del pasado 30 de diciembre, un documento a través del que se han conocido detalles aún desconocidos de la «actitud despectiva y violenta» del exfutbolista.
Según el informe, la violación ocurrió en el reservado «Moet» de la discoteca Suttom, donde la víctima se sentó junto a una prima y una amiga después de que Alves y un hombre que le acompañaba las invitaran a esa zona privada para tomar una copa de champán. Las mujeres rechazaron inicialmente la invitación, pero al final aceptaron ante la «insistencia» de Alves y su amigo, y los cinco acabaron bebiendo, charlando y bailando.
Hasta ahí los hechos son conocidos, pero el texto elaborado por la fiscal no escatima en detalles de lo ocurrido posteriormente. Según este, el procesado «estuvo pendiente» de la víctima todo el tiempo, «abrazándola y acercándose a ella», y en dos ocasiones le agarró la mano y se la acercó a su pene, aunque la joven la apartó rápidamente «al percatarse de sus intenciones».
Hacia las 03.20 horas, Alves se dirigió a una puerta colindante -de acceso exclusivo a los clientes del reservado- e hizo un ademán a la joven para que se acercara, lo que la víctima hizo, sin saber cómo era la zona privada a la que acababa de entrar. Una vez allí, sostiene el Ministerio Público, el futbolista la introdujo en un pequeño aseo y cerró la puerta, sin dejarla salir pese a que ella se lo pidió al encontrarse en ese «cubículo». Es más, añade el escrito, «empezó a manosearla con ánimo lascivo y una clara intención de satisfacer sus deseos sexuales».
El procesado se sentó entonces sobre la tapa del retrete y agarró por fuerza de la cintura a la víctima, manteniendo una «actitud despectiva» hacia ella ante su resistencia: le bajó los pantalones, le tiró del pelo, la hizo caer al suelo de rodillas y le propinó varias bofetadas en la cara mientras le exigía que le dijera «soy tu putita», añade el escrito.
«Reiteradamente», añade la Fiscalía, la joven pidió salir del lavabo, pero Alves se lo impidió. Al encontrarse encerrada en ese pequeño aseo y ante la «actitud violenta» que mostraba el futbolista, «se sintió impresionada y sin capacidad de reacción, llegando a sentir que le faltaba el aire dada la situación de angustia y terror ante lo que estaba viviendo».
El jugador le manoseó todo el cuerpo, trató de practicarle sexo oral sin lograrlo ante la resistencia de la víctima y, finalmente, la penetró vaginalmente sin preservativo, agrega la Fiscalía.
Dani Alves salió del aseo «inmediatamente después», dejando allí a la joven, que cuando lo hizo instantes más tarde se dirigió hacia su prima y le pidió marcharse del lugar. Camino a la salida, rompió a llorar y fue atendida por personal de la discoteca, que activó el protocolo frente a agresiones sexuales. Mientras el personal de Sutton atendía a la joven llorando, añade la Fiscalía, Alves y su acompañante abandonaron la discoteca «con rapidez», sin cruzar palabra con la víctima y su prima cuando se las cruzaron en el pasillo.
A raíz de estos hechos, mantiene la Fiscalía, la joven sufre un «trastorno de estrés postraumático de intensidad globalmente elevada, con repercusión funcional y deterioro en varias áreas del funcionamiento», por el que sigue tratamiento psiquiátrico.