Cuando el pasado 7 de octubre comenzaron a llegar las primeras imágenes de civiles israelíes asesinados y secuestrados por Hamás, el Gobierno de Benjamin Netanyahu advirtió de que la respuesta no se haría esperar. Tel Aviv prometió una «venganza» sin precedentes para acabar con el terrorismo y con todo vestigio de la organización islamista que gobierna la Franja de Gaza. Fue entonces cuando comenzaron los bombardeos sobre el enclave palestino, que se han cobrado ya la vida de más de 5.800 personas, el 40% niños, según las cifras de Hamás. Los ataques aéreos se intensifican cada día, pero la respuesta no quedará ahí.
Para cumplir su objetivo, Israel entrará en Gaza. En la frontera con la Franja se acumulan ya cientos de miles de soldados israelíes, incluidos 360.000 reservistas activados expresamente para la ocasión. Todo apuntaba hace días a una operación terrestre inmediata, pero varios factores podrían haberla frenado. El jefe del Estado Mayor del Ejército de Israel, el teniente general Herzi Halevi, reconoció este lunes que la ofensiva terrestre se está retrasando por «consideraciones estratégicas».
«Cada vez que hemos visto un Ejército concentrado frente a las fronteras de otro, como por ejemplo en la invasión de Ucrania, al final siempre van en serio«, reconoce a 20minutos el almirante en la reserva Juan Rodríguez Garat. La preparación previa, los más de 200 rehenes en poder de Hamás, las presiones de Estados Unidos o el miedo a una expansión del conflicto son algunos de los motivos para frenar la inminente ofensiva que resuenan desde hace días en la opinión pública israelí. Lo que ya no dudan es que, antes o después, sus tropas entrarán en Gaza.
Del miedo a la muerte de rehenes a la presión de EEUU
El Ejército israelí reconoció este lunes temer que el intento de liberar a los más de 200 rehenes está frenando la decisión de entrar en Gaza. La presión popular sobre el Gobierno de Netanyahu por la gestión del rescate es también fundamental para dar luz verde a la operación terrestre. Para Salvador Sánchez Tapia, general de brigada del Ejército español, uno de los principales motivos es que el Ejecutivo israelí trata de velar por la vida de los secuestrados, lo que no significa que vayan a poder liberarlos a todos.
«Antes de entrar a sangre y fuego tratarán de localizarlos, porque es posible que no sepan dónde están muchos de ellos. Luego decidirán si los van a rescatar y cómo. Llegado el caso, si la necesidad militar lo exige, entrarán y muchos de los rehenes morirán«, reconoce a este diario Sánchez Tapia.
Medios estadounidenses e israelíes han publicado este lunes que Netanyahu ha frenado la operación a petición de Joe Biden. El presidente estadounidense le habría solicitado precisamente que primero liberara a rehenes y permitiera además la entrada de más ayuda humanitaria. Hasta ahora, Hamás liberó a cuatro personas: una mujer y su hija, con ciudadanía de EEUU, y dos ancianas israelíes. «Algunos rehenes tienen nacionalidad norteamericana. Esto no quiere decir que los demás sean menos importantes, pero esos están especialmente señalados», afirma el general de brigada, que añade que la presión estadounidense «contribuirá» a la decisión de poner en marcha la operación.
Evitar que el conflicto se extienda a otros países se ha convertido igualmente en una preocupación internacional tras los bombardeos cruzados entre Israel y otros actores de la zona como la milicia libanesa Hezbolá (financiada por Irán) y Siria. Estados Unidos ha enviado dos portaviones a la región y Biden ha advertido a todo aquel que quiera intervenir que se abstenga. «Hay una posibilidad de que el conflicto se extienda a otras potencias y que eso produzca una escalada del conflicto. Si entra Irán, Estados Unidos se verá obligada a intervenir», reconoce el almirante Rodríguez Garat.
Cuestiones «tácticas y estratégicas»
El jefe del Estado Mayor del Ejército de Israel aseguró también este lunes que su Ejército ha preparado «planes ofensivos de calidad» para lograr los objetivos de la guerra. «Las tropas están listas para la operación«, afirmó antes de matizar que el retraso de la invasión se debía a cuestiones «tácticas y estratégicas».
Los militares consultados por este periódico coinciden en que todas las operaciones necesitan un periodo previo antes de cualquier avance. Esto incluye la inteligencia sobre el terreno para garantizar el éxito de la operación, algo que podría estar todavía en marcha. Medios israelíes afirman que Tel Aviv estaría preocupado por las trampas que podrían dejar las milicias de Gaza, los combates urbanos en un lugar que Israel no controla o los kilómetros de túneles subterráneos, que podrían causar muchas víctimas mortales de la parte israelí.
Rodríguez Garat explica que el Ejército israelí tiene tres tareas que cumplir antes de dar el paso. La primera es procurar que se vayan cuanto más civiles mejor, motivo por el que han hecho advertencias. La segunda es destruir desde el aire todo lo posible la resistencia de Hamás, por eso desde hace días los bombardeos se han recrudecido. Y la tercera es utilizar todos los medios para realizar un reconocimiento y que los componentes tácticos que tienen que entrar lo hagan sabiendo el terreno que pisan. Por ello, «la inteligencia y el espionaje electrónico son necesarios para tener una idea de dónde está el enemigo, los túneles, los rehenes y la acumulaciones de civiles», agrega.
¿Y después qué?
La decisión de entrar parece tomada. Lo que no está claro es cuál sería el plan después de realizar esa ofensiva. ¿Quién quedaría al frente del enclave? Naciones Unidas considera que el territorio está ocupado por Israel, a pesar de que no hay militares o colonos desde 2005. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, afirmó la semana pasada que la campaña contra la Franja pasa por un plan de tres fases que debe concluir con el «final de toda responsabilidad israelí sobre la vida cotidiana» en el enclave y, por último «la creación de una nueva realidad de seguridad para los ciudadanos de Israel y los residentes» gazatíes.
En cualquier operación militar es esencial conectar los objetivos operacionales con los intereses de la estrategia. Por ello, saber que ocurrirá con el territorio después de la invasión es algo que previamente estarían debatiendo. «Israel puede tener claro los objetivo operacionales, pero tienen que tener también la estratégica, porque si no la victoria militar no se traducirá en una ventaja estratégica«, recuerda el general de brigada.
«Laminar a Hamás es relativamente sencillo, pero la operación en general no lo es. En el peor de los casos entrarán con carros de combate y lo dejarán como un solar, pero Gaza no va a desaparecer ni la población tampoco. ¿Qué va a pasar con ellos? Podría convertirse en un hervidero de terrorismo. El problema no habría terminado», sentencia Sánchez Tapia.