Alberto Núñez Feijóo no solo ha nacionalizado la campaña gallega desde su arranque sino que, además, ha repetido parte de la estrategia de su campaña de las generales. Si bien ha empleado la misma carta que entonces, la de la llamada al voto antiindependentista, esta vez ha tratado de no pecar de triunfalismo para evitar el error del 23-J. Así, Feijóo emplea el mismo fondo, pero cambia las formas. Desde el sábado pasado, el líder popular ha tratado de captar el voto del socialista desencantado con los pactos de Pedro Sánchez con el independentismo catalán así como llamar al voto útil a quienes se planteen escoger la papeleta de Vox. De hecho, desde Génova sostienen que lo que más les preocupa «es el 2% de Vox», es decir, que la formación de Santiago Abascal no entre y se pierdan todos esos votos.
«Galicia se juega un Gobierno estable o el más inestable de la historia; se juega tener un Gobierno que puede empezar a trabajar desde el principio de la legislatura o uno que esté discutiendo durante meses cómo se reparten las consejerías; se juega tener un presidente que solo piensa en Galicia o traer una serie de problemas de convivencia importados en País Vasco y Cataluña; se juega un gobierno autonomista o una presidenta independentista», comenzó Feijóo en su primer mitin del pasado fin de semana.
En esta línea prosiguió horas más tarde desde Sarriá, donde contrapuso «el Gobierno estable» de Alfonso Rueda con el «follón que supondría un multipartito liderado por BNG con el PSOE. El líder nacional también incluyó la idea de que «Sánchez ha abandonado a Gómez Besteiro para apostar por la candidata de un partido independentista», en referencia a Ana Pontón. En Génova confían en que cale la amenaza de que BNG pueda gobernar en la única nacionalidad histórica que no está regida por independentistas. Todo ello pese a que no lograran los resultados esperados el 23-J a costa de advertir de que el PSOE acabaría pactando con los independentistas. Aun así, en el PP creen que los apoyos que obtuvo Sánchez estaban ligados a su promesa de no amnistiar a los del procés.
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Bajo esta tesis, Feijóo pidió desde Vivero el voto para el PP para que Galicia evite «un multipartito imposible y una presidenta cuyos socios serían Otegi y Junqueras». Así, el presidente advirtió de que el 18-F, Galicia se juega «seguir funcionando» con Rueda o «averiarse» con Pontón «como consecuencia del sanchismo y el nacionalismo». En este punto, el domingo, los populares introdujeron la que fue su principal baza en la campaña del 28-M. «Bildu sigue apostando por personas vinculadas a ETA en sus listas un mes después de que el PSOE le entregara la alcaldía de Pamplona y a una semana de que se celebren las elecciones gallegas en las que el BNG se presenta como la sucursal del partido de Otegi en Galicia». Desde Outeiro de Rei, Feijóo insistió en que el BNG concurrirá en coalición con Bildu y ERC a las elecciones europeas y alertó de que «Bildu propondrá como cabeza de lista a un condenado por pertenencia a banda armada».
Tras un fin de semana tratando de sortear la polémica generada desde la propia cúpula del PP por admitir que se abrirían a un indulto muy condicionado a Puigdmeont, el PP arrancó la última semana de campaña poniendo el foco en la tragedia de Barbate. «Los socios de Sánchez y Pontón vuelven a retratarse: Bildu se niega a asistir en Pamplona al minuto de silencio en homenaje a los guardias civiles asesinados en Barbate. PSOE y BNG están tardando en condenar esta actitud miserable y canalla», sostuvo el portavoz en el Congreso, Miguel Tellado. Los siguientes días, Feijóo ha ido insistiendo en esta idea.
El mismo lunes, desde Marín, Feijóo denunció que el BNG, que va en las listas europeas con Bildu y ERC con un cabeza de lista condenado por el TS por pertenencia a ETA pida el voto de los gallegos. «Con nuestros votos que no cuenten y nos digan si van a romper o no con Bildu para las elecciones europeas». Asimismo reiteró que la alternativa al PP en Galicia es un «camino hacia ninguna parte» porque «lo único que une a Podemos, Sumar y al PSOE» es que al PP le falte un escaño para gobernar.
El martes prosiguió, tanto con la llamada al voto útil como con la crítica al presidente del Gobierno por «no asumir ninguna responsabilidad por la falta de medios humanos y materiales que tiene la Guardia Civil y la policía Nacional en la provincia de Cádiz», a cuenta de los asesinados en Barbate. También subió el tono con respecto al independentismo gallego. «El 18 de febrero nos jugamos un cambio de modelo: que Galicia siga siendo Galicia o que empiece a estar dividida, dijo desde Noia donde cuestionó si el PSOE está de acuerdo «con que Galicia se separe de España y con un hipotético referéndum de autodeterminación». Por todo lo anterior, Feijóo se dirigió a los abstencionistas desde Padrón para decirles que si no van a votar lo «lamentarán durante varios años». También insisistió en que el BNG no es «moderado» porque «hace un mes se manifestaba a favor de los presos de ETA y dentro de un mes presentarán su papeleta para las Elecciones Europeas con Bildu y ERC».
Los populares prevén mantener esta línea discursiva hasta el final de la campaña. A diferencia del 23-J, tratarán de mostrar que no tienen la mayoría absoluta asegurada y que parte de esa responsabilidad recae en quienes apoyen a Vox. También a quienes cojan la papeleta del PSOE sabiendo que pactará con BNG y podría llevar a Galicia la misma política que en País Vasco y Cataluña. Asimismo, seguirán sorteando su polémica sobre los indultos condicionados y la amnistía, que estudiaron durante 24 horas, y mirarán hacia la gestión de Fernando Grande-Marlaska tras la tragedia de Barbate.