Estrella Galán (Madrid, 1971) decidió pasar a la primera línea política justo antes del que quizá sea el momento más agitado para un representante público: una campaña electoral. La candidata de Sumar a las elecciones europeas, que hasta hace unos meses era una desconocida para el gran público —aunque no para el tercer sector, ya que dirigía la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR)—, está ahora inmersa en una gira de mítines y actos públicos para presentar su proyecto de cara a unos comicios en los que Sumar se juega mucho más que su representación en Bruselas.

Sumar llega a las elecciones en un momento de debilidad. ¿Cómo las afrontan?Sumar se ha constituido como tal no hace tanto tiempo y estamos percibiendo una ilusión grande en todos los actos de campaña. La ciudadanía tiene ganas de izquierda y de frenar a la ultraderecha. Creemos que podemos aportar y, sobre todo, tenemos la ambición de poder dar la vuelta a los resultados que espera la derecha.

Hace cuatro años, Unidas Podemos obtuvo 6 escaños, y eso se leyó como un batacazo. Las encuestas a ustedes les dan un máximo de 4. ¿Sería un buen resultado?No estamos pensando en un número, la clave es cuánta fuerza podemos obtener para incidir, como lo hacemos en el Gobierno. Las encuestas son una foto fija que no llevan a ningún lado y nosotros estamos tratando de trasladar la importancia de un programa en el que confiamos mucho.

¿A qué creen que se debe el auge de la extrema derecha a nivel europeo? ¿Ha hecho algo mal la izquierda para que eso ocurra?Se han hecho mal muchas cosas. En primer lugar, gestionar las crisis que han vivido en los últimos tiempos Europa y el mundo con políticas de recorte y austeridad, porque cuando se ha dejado en los márgenes a las personas, éstas han abrazado propuestas populistas que les dan una falsa esperanza de salvarse de esa Europa o ese país que no les protegió.

La crisis del Covid-19 ya no se afrontó con austeridad.Es cierto que esa crisis se ha afrontado de manera muy diferente, pero no se ha sabido explicar bien porque la gente ya estaba instalada en un discurso de odio y negacionismo. Debemos hacer una profunda autocrítica y explicar la importancia de las políticas europeas y el impacto que tienen.

La presidenta Von der Leyen y el PP español y europeo han abierto la puerta a pactar con la ultraderecha. ¿Los tiempos de cordón sanitario a los grupos extremistas en la UE ha terminado?Es muy preocupante. Y no solo nos preocupa que el PP o los populares europeos rompan ese cordón, nos preocupa también que la candidata del PSOE haya dicho que podría pactar con [la primera ministra italiana Giorgia] Meloni dependiendo de si hay cuestiones que puedan mejorar.

La candidata de Sumar a las elecciones europeas, Estrella Galán.
La candidata de Sumar a las elecciones europeas, Estrella Galán.
OLMO CALVO (SUMAR)

Teresa Ribera ha rectificado después de decir eso.Sí, luego alguien la corrigió, pero decirlo, lo dijo. Y me preocupa que, como poco, tengan esa duda. Nosotros no la tenemos: con la ultraderecha no hay, ni va a haber nunca, ningún acercamiento.

Usted da el salto desde la sociedad civil a la política. ¿Con qué prioridades llega al Parlamento Europeo?Trabajar por una Europa justa que defienda el reparto y la redistribución de la riqueza, acercándonos al modelo de Estado protector de la crisis del Covid. Queremos un salario mínimo europeo y acercarnos a la jornada laboral de 32 horas semanales, políticas de lucha contra el cambio climático y el fin del genocidio en Palestina, la paz en Ucrania y el reconocimiento del pueblo saharaui.

Es muy crítica con el pacto migratorio aprobado la pasada legislatura. ¿Cómo debe gestionar la UE la inmigración?Las políticas basadas en el control de fronteras han sido un fracaso. La gente muere en el Mediterráneo y, además, los flujos migratorios no se frenan porque no se atajan sus causas. Ese es el objetivo prioritario: intentar generar una igualdad Norte-Sur que no obligue a la gente a salir de sus países porque les hemos expoliado sus recursos, porque los conflictos armados les impiden vivir o porque se vulneran sus derechos humanos. Además, el derecho de asilo tiene que ser sagrado y Europa debe repartir la acogida de refugiados sin ceder ante los países más reaccionarios.

Algunas formaciones están planteando estas elecciones como un plebiscito sobre el Gobierno central. ¿Creen que se pueden leer en esa clave?Esa es la estrategia del PP, nosotros no creemos en esa dinámica. Esto no es un plebiscito entre el bipartidismo, el bipartidismo ya terminó. Nos jugamos mucho en Europa y hay que decirle a Feijóo que Europa es otra cosa y que estas son unas elecciones de primera categoría.

Han denunciado la «deslealtad» del PSOE por no informarles de la entrega de armas por valor de 1.000 millones a Ucrania. Ahora que ya la conocen, ¿qué les parece?Una decisión de esa trascendencia no puede tomarse de forma unilateral. Primero, porque somos socios de Gobierno. Pero es que tampoco se ha informado a los grupos parlamentarios. Nosotros siempre hemos respaldado el apoyo a Ucrania, con el objetivo de que acabase en un proceso de paz, pero vemos que no está siendo el camino. Estamos en un in crescendo armamentístico que está azuzando el conflicto. Ahora, la apuesta debería ser la vía diplomática.

Más allá de cómo se ha tomado la decisión, ¿se oponen entonces a este nuevo envío de armas?Creemos que teníamos que haberlo hablado previamente para poder valorarlo.

Ahora ya lo conocen.Ahora que lo conocemos, no estamos de acuerdo.

Si se detiene el envío de armas a Ucrania y, por tanto, Rusia puede imponer su superioridad militar, ¿cómo se puede forzar una negociación de paz?Hay mediadores que ya se han ofrecido a gestionar la paz. En todos los conflictos las partes tienen que hacer cesiones, y deben existir sanciones si no se cumplieran los acuerdos de paz. Pero el foco debe estar en crear espacios de negociación con el objetivo de parar la guerra cuanto antes.

¿El Gobierno está haciendo lo suficiente para detener la guerra en Gaza?El reconocimiento del Estado palestino era un paso imprescindible, pero es insuficiente y ha llegado tarde. Es urgente parar este genocidio. Debemos llamar a consultas al embajador de Israel, tenemos que sumarnos a la demanda de Sudáfrica para juzgar por genocidio a Netanyahu y su gobierno, hay que suspender el Acuerdo de asociación y vecindad entre la UE e Israel y debemos decretar el embargo de armas de forma efectiva, no solo de compraventa, también de tránsito.

Israel no ha parado los bombardeos pese a ser señalado por buena parte de la comunidad internacional. ¿Cómo se detiene el genocidio?Lo que no puede ser es que haya fuerzas políticas de un Estado democrático como España que estén aplaudiendo este genocidio. Eso da alas al genocida. Debemos alcanzar un compromiso de las fuerzas democráticas para decir que basta ya. Y no hace falta hacerse una foto con él para defender a Netanyahu: la tibieza de no pronunciarse firmemente también nos hace cómplices.

¿La UE está siendo cómplice?Está permitiendo que el genocidio se produzca. La UE, como institución, tiene que pronunciarse firmemente contra el genocidio y contra el régimen de Netanyahu.

Por terceras elecciones consecutivas, Sumar y Podemos se presentan separados, pese a que sus programas son muy similares. ¿Por qué un votante debería elegirles a ustedes?Sumar es la fuerza que demuestra su trabajo con hechos. Hemos subido el salario mínimo, hemos frenado la privatización de la sanidad pública y los copagos, se han frenado los desahucios a familias vulnerables y se ha reconocido el Estado palestino. No somos una fuerza que se dedique a decir, sino que nuestro objetivo es hacer.

¿Merece la pena dividir el voto cuando las diferencias programáticas son tan pocas?Nosotros somos la fuerza de la unidad de la izquierda. Quien no ha estado ahí ha sido porque no ha querido. Desde luego, no es voluntad de Sumar dividir el voto de la izquierda:la pregunta debería ser para quien ha decidido no estar.

¿Cree que, de cara a futuros comicios, tendrán que volver a entenderse con Podemos?Sumar siempre está abierta al diálogo. Somos un espacio cuyo ADN está marcado por el diálogo, y en el diálogo siempre nos encontrará quien quiera encontrarse.