A base de golazos, el Real Madrid mantiene su pleno de victorias en la Champions tras imponerse al Nápoles (4-2) y sellar así su liderato en el Grupo C. Ante la plaga de lesiones, Ancelotti tiró de cantera y la jugada le salió bien: un tanto de Nico Paz fue decisivo y complementó el gran partido de Rodrygo y Bellingham.
Se le vio algo falto de tensión al Madrid, un equipo acostumbrado a dosificar esfuerzos. En juego solo estaba mandar en el grupo, y había otro oportunidad, lo que hizo que los de Carlo Ancelotti salieran algo relajados.
Y eso, en Europa, se paga. El Nápoles apretó de inicio y no tardó en marcar por medio de Gio Simeone, el hijo del técnico del Atlético. A su remate a bocajarro respondió con un paradón Lunin, pero estaba ligeramente metido dentro de su portería y la tecnología concedió el gol.
La respuesta madridista fue fulgurante. También espectacular. Rodrygo, en estado de gracia desde hace unas semanas, recibió tras una buena maniobra de Brahim, dribló al borde del área y su chut se coló de manera espectacular por la escuadra para empatar.
El brasileño, muy cómodo partiendo desde la izquierda, dejó otro par de buenas jugadas que levantaron al Bernabéu, pero fue Bellingham el encargado de ejecutar el segundo. Alaba se sacó un gran pase con el guante que tiene en la zurda y el inglés, entrando desde atrás con mucha potencia, remató de cabeza para hacer otro golazo.
El Bernabéu disfrutaba entonces, pero entonces llegó el susto. Bellingham se tendió al torcerse el tobillo y creó la alarma: el Madrid no podía permitirse otra baja, menos aún la del crack británico.
Tras el paso por vestuarios, salió Bellingham aparentemente sin problemas, pero el que golpeó fue el Nápoles. Zambo Anguissa se encontró un rechace en el área y su violento disparo no pudo más que ser acompañado por la mirada de Lunin a la red.
Ancelotti movió el banquillo, dando entrada a Joselu primero y a Nico Paz después. Toca dosificar esfuerzos. El Madrid buscó el tercero y lo tuvo en las botas de su ‘nueve’, pero no supo aprovechar un buen centro de Mendy.
El resultado le valía a los dos, con el Madrid primero y el Nápoles clasificado, pero el conjunto blanco no se conformó y fue a por el tanto, pero Joselu no tenía su noche. Falló primero una chilena, después un remate claro y finalmente un cabezazo tras un rebote de Meret a un disparo forzado de Bellingham.
Fue entonces cuando surgió Nico Paz. El hispano-argentino se erigió en representante de la cantera blanca, que reivindica su espacio ante las lesiones, y con una jugada individual que acabó en un chut lejano hizo el tercer gol.
El final del partido dejó la redención de Joselu. Casi a puerta vacía, remató a placer para olvidar su desafortunada noche. Ni lo celebró: pidió perdón por su mala noche.