Las encuestas para las elecciones del País Vasco, que se celebrarán este domingo 21 de abril, empiezan a vislumbrar la futura composición del poder legislativo autonómico para los próximos cuatro años. Y el reparto de escaños estimado en la mayor parte de los sondeos indica que los partidos deberán medir fuerzas y llegar a acuerdos para constituir el poder Ejecutivo en la región.
La encuesta DYM para 20minutos, por ejemplo, otorga una aplastante mayoría del hemiciclo vasco (casi 70 de los 75 escaños que lo componen) a tres partidos: EH Bildu, vaticinado como ganador ajustado en las urnas; seguido muy de cerca por el PNV, que sería la segunda fuerza política; y el PSE-EE de Eneko Andueza, que quedaría en tercera posición.
La clave está en que, salvo sorpresas, la unión de dos de estos tres partidos, sea cual sea su combinación, serviría para alcanzar la mayoría absoluta y constituir un Ejecutivo… y tanto los abertzales como los jeltzales son actuales socios del PSOE en el Gobierno central de Pedro Sánchez. Pero otra fuerza entra en el tablero político vasco: el Partido Popular, cuyo número de escaños podría ser decisivo para la constitución de la futura Lehendakaritza, en caso de que los actuales socios de Gobierno no alcancen los 38 escaños este domingo. ¿Qué pacto es más probable? ¿Qué prefiere cada formación? ¿Podría haber un bloque nacionalista que dé la espalda a los socialistas?
Reedición del pacto entre PNV y los socialistas
Un acuerdo entre el PNV y los socialistas de Euskadi sería, a todas luces, la opción menos sorprendente siguiendo la tradición de las pasadas legislaturas. De los 12 años en los que el líder peneuvista Íñigo Urkullu ha sido lehendakari (2012-2024), los últimos ocho los ha protagonizado en un gobierno de coalición PNV-PSE. Eso sí, cabe destacar que en todos estos precedentes el PNV ha resultado ganador en la noche electoral, y este domingo podría no ser así.
Los del PNV están abiertos a repetir la coalición, aunque ponen peros… y alguna advertencia a Moncloa. Imanol Pradales, candidato que toma relevo a Urkullu, afirma estar dispuesto a «reeditar» un gobierno de coalición con el PSOE, pero no lo da «por hecho» y advierte de posibles implicaciones en la estabilidad de la legislatura de Sánchez. «Un lío en Euskadi traerá líos en Madrid», dijo el candidato hace una semana a Público.
La misma línea sigue el portavoz del partido en el Congreso, Aitor Esteban, que dijo que conservar la coalición «sería lo lógico, pero habrá que ver». La puerta no está cerrada y marcar distancias es la estrategia más común en campaña. Dice Esteban que primero «tienen que dar los números», pero la lectura de las pasadas legislaturas es favorable a repetir la coalición. Hace tres meses el responsable institucional del partido, Koldo Mediavilla, indicó que el histórico encuentro entre ambas formaciones «ha sido bueno para el país» y que «cuando las fórmulas son positivas, extrañamente se cambian».
Similar postura mantiene el estrenado candidato del PSE-EE, Eneko Andueza: marca distancia, sin descartar la reedición. Desde el arranque de la campaña, el socialista pide abiertamente el voto de los «descontentos con la gestión del PNV», y defiende su contribución en el Ejecutivo vasco (el partido tiene ahora tres consejerías), afirmando que desde que el PSE está en la Lehendakaritza «a Euskadi le va mucho mejor». Sin embargo, no rechaza renovar el Gobierno autonómico de la mano del PNV, algo que sí hace con Bildu. Si dan los números, el tradicional pacto se hace previsible.
Gobierno de izquierdas, encabezado por Bildu
En las tres últimas elecciones vascas, EH Bildu superó con diferencia a los socialistas y alcanzó la segunda posición en todas ellas, aunque nunca logró gobernar por falta de apoyos. Sin embargo, el sorpasso electoral al PNV (primera victoria electoral de Bildu en la región) y el acercamiento del PSOE a Bildu en la legislatura nacional, con el ejemplo de Navarra como telón de fondo, donde el PSN dio la alcaldía de Pamplona a la formación abertzale, son condicionantes a tener en cuenta.
A priori, las reiteradas proclamas independentistas de Bildu han llevado al PSE a renunciar en principio a un pacto con ellos y descartar incluso su abstención. Mientras los de Otegi se aferran a una «vocación de estado vasco» y a «un proyecto nacional de soberanía» para Euskadi, Andueza sostiene la postura totalmente contraria: «La solución a los problemas de los vascos no puede ser más nacionalismo, más patria, ni, por supuesto, la independencia».
«La sociedad vasca necesita una apuesta seria, transformadora, que se ocupe de lo que de verdad preocupa e importa a los vascos y las vascas», sostiene Andueza. Por lo tanto, si el PSE es fiel a su postura, no habrá pacto con Bildu.
La cuestión es que el candidato del PNV a lehendakari no se fía de la renuncia de los socialistas y reconoce que le «preocupan» los «cambios de opinión» de Pedro Sánchez (Pradales cree que será el presidente quien tomará la decisión sobre el pacto, y no Andueza, de quien dice que «tendrá que cumplir»).
Los peneuvistas hacen un augurio explícito de lo que llaman una «pamplonada», término que hace referencia a la decisión del Partido Socialista de Navarra de votar a favor de la investidura del candidato de Bildu, Joseba Asiron Sáez, en el Ayuntamiento de Pamplona en diciembre de 2023. Este apoyo se hizo efectivo después de que los socialistas insistiesen en que Bildu era «una línea roja» para la formación del gobierno de la ciudad.
Por lo pronto, la línea roja en el País Vasco sigue dibujada. Ante el escenario predicho del sorpasso de Bildu al PNV (solo les separa un 0,4% de los votos, según la encuesta DYM), el PSOE tendría que decidir entre darle el Gobierno al ganador de las elecciones (Bildu) o retomar su coalición con la segunda fuerza política, que sería el PNV; sin dejar de tener en cuenta que tanto los unos como los otros son socios de legislatura en el escenario nacional.
Bloque independentista con PNV y Bildu
Los dos partidos que representan la parte mayoritaria del electorado vasco son PNV y Bildu: los sondeos apuntan a que ambas formaciones sumarían cerca del 70% de los votos y alcanzarían 60 de los 75 escaños del Parlamento regional. Un gobierno conjunto de ambos partidos no es la opción favorita, aunque tampoco recibe un rechazo masivo, pues los resultados están muy ajustados. Según la encuesta DYM, para el 28,6% de los votantes, el tradicional pacto PNV y PSE-EE sería la mejor opción; pero cerca se encuentran quienes prefieren el acuerdo entre abertzales y jeltzales, que representan el 24,6%, uno de cada cuatro votantes.
En el plano político, las diferencias sociológicas entre ambos partidos hacen (y siempre han hecho) muy difícil la coalición. Desde la fundación de Bildu en 2012 y su primera candidatura en las elecciones autonómicas de ese mismo año, jeltzales y abertzales han sumado mayoría absoluta en todos los comicios, y nunca han gobernado juntos. Tras la cita con las urnas de 2012, Koldo Mediavilla (PNV) se reunió con Bildu y aseguró que el pacto era imposible porque planteaban «un cambio muy extremo», incompatible con el modelo de la región y sin «un referente análogo en Europa».
Con la misma justificación no fraguaron acuerdos en las dos siguientes citas electorales, que también dieron la victoria electoral a los jeltzales. Tras la cita de 2016, el PNV aseguró que el acuerdo volvía a resultar «imposible» porque las propuestas de Bildu no obedecían a «criterios de realismo». Para 2020, opinaron que Bildu exploraba acuerdos soberanistas y sentenciaron que ellos preferían optar por la «estabilidad».
De cara al 21-A, Bildu se muestra abierto a la coalición nacionalista. Otegi ha ofrecido la posibilidad de unirse con Pradales para impulsar «el abertzalismo y el soberanismo», justificando que en este momento ese movimiento «suma cero», y abrió incluso la puerta a incluir fuerzas de izquierdas, como PSE-EE, Sumar y Podemos, para hacer políticas progresistas.
Aunque sería inédito en el País Vasco, no sería la primera vez que dos fuerzas nacionalistas, con ideología sociológica contraria, se unieran para gobernar juntas. Tras las pasadas elecciones catalanas de 2021, Junts per Catalunya (derecha) y ERC (izquierda) se unieron para formar el actual Ejecutivo en coalición presidido por Pere Aragonès.
Por su parte, el candidato del PNV, Imanol Pradales, se mostró abierto en el debate electoral celebrado este martes a hablar con todas las fuerzas políticas «sin exclusiones» tras las elecciones, si bien puntualizó que mientras EH Bildu «no apruebe la asignatura de ética, nadie va a querer acordar con ellos». Teniendo en cuenta además que la formación jeltzale critica los pactos de los socialistas con los de Otegi invocando el ejemplo de Pamplona, el acuerdo entre nacionalistas está más cerca del ‘no’ que del ‘sí’. En este tira y afloja de PNV y PSE, que alertan constantemente de que el otro podría pactar con Bildu, lo más probable será la reedición y ver a la izquierda abertzale sentada en la oposición.
El PP podría tener la llave para ‘frenar’ a Bildu
Los pronósticos de las encuestas otorgan al PP un ligero aumento de su número de escaños, apenas uno o dos más de los seis con los que ahora cuenta. Pero la posible utilidad de sus diputados para apoyar o tumbar la investidura de los candidatos puede convertir al partido en una llave importante.
En concreto, el PP tendría peso en el tablero de pactos si la suma de escaños del PNV y el PSE (y, si consiguen entrar en el hemiciclo, de Sumar o Podemos) no fuese suficiente para alcanzar la mayoría absoluta, fijada en 38 diputados. Este ‘bloqueo’ podría ocurrir, ya que las horquillas bajas del sondeo DYM dan 28 escaños al PNV, 9 al PSE, 0 a Sumar y 0 a Podemos, lo que haría que el apoyo a la reedición del Ejecutivo se quedase en 37 escaños, a uno de la mayoría. Imanol Pradales necesitaría, al menos, la abstención del PP para gobernar.
El presidente del PP vasco y candidato a lehendakari de los ‘populares’, Javier de Andrés, ha anunciado que no descarta apoyar e incluso integrar un futuro Gobierno entre el PNV y el PSE-EE (en caso de que a ambos partidos no le diesen los números), si con ello impide «que salga adelante el proyecto ideológico de Bildu».
No sería la primera vez que el PP favorece un gobierno de los socialistas para evitar la entrada de grupos independentistas. Por ejemplo, en Barcelona, los ‘populares’ apoyaron la investidura de Jaume Collboni (PSC) como alcalde de la ciudad para evitar la entrada de Junts y/o ERC en Sant Jaume. Y en el propio País Vasco también: en las elecciones de 2009 la lista de Ibarretxe (PNV) fue la más votada (30 escaños), pero la suma de PSOE (25) y PP (13) alcanzó mayoría absoluta y permitió la investidura del socialista Patxi López.
Además, en caso de que el PNV y el PP sumaran la mayoría suficiente, los ‘populares’ podrían desbancar a los socialistas de la Lehendakaritza y facilitar un gobierno del PNV, aunque aún no han aclarado si en tal caso pedirán la entrada en el Ejecutivo regional. Este supuesto pierde fuelle si se atiende a la óptica nacional, ya que el PNV se negó a investir a Alberto Núñez Feijóo como presidente del Gobierno tras el 23-J y prefirió repetir su apoyo a Sánchez.
La opción más probable es el pacto PNV-PSE, como marcan los años que anteceden, pero todo puede pasar en un contexto de ajustado pronóstico del resultado de las elecciones. Con la vista puesta en un posible vuelco electoral que dé su primera victoria a Bildu, asoman precedentes como el gobierno de Pamplona, la formación del Ejecutivo independentista de la Generalitat o los pactos de Moncloa con PNV y Bildu, que ahora marcan una campaña autonómica donde el equilibrio de la política nacional entra en juego.