«No me sorprende». Joe Biden es capaz, dice, de atar cabos para saber, más o menos, qué ha pasado en torno a la muerte del hasta ahora líder de los mercenarios de Wagner, Yevgeni Prigozhin, cuyo avión se estrelló en Moscú. Rusia ha confirmado la muerte del que fuera brazo ejecutor del Kremlin en muchos conflictos, solo dos meses después de una rebelión contra Putin que acabó fallida. De hecho, Estados Unidos ve la mano del presidente ruso detrás de lo sucedido.
El inquilino de la Casa Blanca, en este sentido, no dudó en señalar directamente hacia el Gobierno ruso. «No hay mucho que pase en Rusia en lo que el Putin no esté detrás, pero no tengo suficiente información para saber la respuesta. He estado haciendo ejercicio durante la última hora y media», sentenció, aunque asumió no tener toda la información, igual que el Reino Unido: dicen estar analizando «de cerca» lo que va saliendo sobre el accidente, pero al mismo tiempo no espera «sinceridad» por parte de Moscú.
La presidenta conservadora del Comité de Exteriores de la Cámara de los Comunes, Alicia Kearns, ha sugerido que la velocidad con la que las autoridades rusas han confirmado que Prigozhin estaba en el avión «debería decirnos todo lo que necesitamos saber». Será, con todo, un asunto complicado: «Los informes de que la defensa aérea rusa ha derribado el avión sugieren que Putin está enviado un mensaje muy fuerte«, ha indicado Kearns a través de su perfil en la red social X, antes conocida como Twitter, donde ha remarcado que «para Putin hay un pecado imperdonable» que es la traición.
Keir Giles, experto de Rusia del think tank Chatham House, ha pedido cautela respecto de los informes sobre la muerte de Prigozhin, ya que este había tomado estrictas precauciones de seguridad, que incluían el hecho de tener personas que viajaban bajo su nombre para desviar la atención sobre su verdadero paradero. Así, ha subrayado que hasta que no haya una «certeza absoluta» de que está muerto, no habría que descartar otras situaciones, mostrando así su falta de confianza en el Kremlin.
No hay mucho que pase en Rusia en lo que el Putin no esté detrás
Ucrania lo tiene bastante más claro. Los servicios de Inteligencia del Ministerio de Defensa han mostrado este jueves su convencimiento de que Rusia está detrás del accidente aéreo. «Solo la propaganda rusa puede suponer la probabilidad de que en este caso pueda producirse algún accidente fortuito. Está claro que se trata de un acto terrorista deliberado», se ha expresado en estos términos su responsable, Andri Yusov, en la televisión ucraniana. Yusov ha señalado que si bien todavía las informaciones que afirman que Prigozhin iba en ese avión deben verificarse «minuciosamente», el escenario más probable es que viajara en el aparato siniestrado.
El avión, que volaba desde Moscú a San Petersburgo, se ha estrellado en las inmediaciones de la localidad de Kuzhenkino. El Ministerio de Emergencias aseguró desde un primer momento que diez personas habían fallecido, pero el suceso alcanzó una derivada política cuando la agencia que coordina el transporte aéreo, Rosaviatsiya, identificó a Prigozhin como posible pasajero.
Horas después, la institución ha divulgado la lista final de las personas que estaban a bordo, con el nombre de Yevegni Prigozhin en ella. El listado divulgado en redes sociales incluye también a un estrecho aliado de Prigozhin, Dimitri Utkin. También han dado por muerto al líder de Wagner canales en Telegram afines a la organización, incluido Grey Zone, que incluso ha asegurado que el avión pudo ser derribado. Grey Zone ha compartido además un vídeo inédito en el que Prigozhin visita tumbas de mercenarios caídos en combate.
En el resto de gobiernos europeos hay cautela. El portavoz del Gobierno francñés, Olivier Verán, ha admitido en declaraciones a la cadena France 2 que existen «dudas razonables» sobre lo ocurrido, habida cuenta de los lazos mantenidos durante años entre Prigozhin y Putin. Por su parte, la ministra de Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, ha abogado por no sacar «conclusiones rápidas», aunque igualmente ha incidido en que la «dictadura» rusa se construye «sobre la violencia», como ha quedado de manifiesto en los últimos años.
¿Quién era Yevgeni Prigozhin?
El nombre de Yevgeni Prigozhin ha ejemplificado como pocos en estos últimos años el ascenso a círculos de poder de oligarcas afines al Kremlin y, en particular, al presidente ruso, Vladimir Putin. Su figura ganó especial relevancia como líder de una red de mercenarios, el Grupo Wagner, que se hizo imprescindible en la guerra de Ucrania y que llegó a poner en tela de juicio el dominio del todopoderoso Putin.
Prigozhin nació en 1961 en la antigua Leningrado, la actual San Petersburgo. En la década de los ochenta, pasó nueve años entre rejas tras una condena por robo y, al salir de prisión, se topó con una Rusia que comenzaba a sacudirse la época soviética y daba pie a nuevas oportunidades, tanto en el ámbito político como en el empresarial.
Comenzó a prosperar vendiendo perritos calientes, pero en solo cinco años y, tras comprar parte de una cadena de supermercados, acabó abriendo su propio restaurante. El local sirvió de epicentro de la red de contactos que Prigozhin iría confeccionando a lo largo de los siguientes años, conforme ampliaba el negocio.
Uno de sus bienes fue también el inicio de una alianza que resultaría clave: Isla Nueva, un barco que navegaba en el río Neva y donde Putin comenzó a llevar a sus invitados. Prigozhin, en una entrevista recogida por la cadena BBC, fija aproximadamente su primer encuentro con Putin en torno a abril de 2000, al principio del mandato del presidente, durante una visita del entonces primer ministro japonés Yoshiro Mori.
La primera fase de la relación entre ambos tenía un carácter puramente comercial. Prigozhin fundó una compañía de catering, Concord, que fue contratada por el Kremlin para suministrar alimentos al Ejército y a los colegios públicos del país, y el líder de Wagner permaneció más o menos en segundo plano durante la siguiente década.
El Ministerio proporcionó a Prigozhin un terreno en Molkino, en el sur de Rusia, primera base de entrenamiento del grupo, que a partir de ahí comenzó a crecer en relevancia. Primero, interviniendo a favor de separatistas en la región ucraniana de Lugansk, para luego extenderse a Siria -donde Rusia ejercía como aliado de Damasco en la guerra civil- y de ahí a África, donde según Estados Unidos y sus aliados actúa como brazo armado de las juntas militares que han asumido el poder en los últimos años, como en Malí. Las autoridades de Estados Unidos también han acusado a Prigozhin de organizar grupos de «trolls» en internet para interferir en las elecciones estadounidenses de 2016 a través de una serie de campañas Facebook y Twitter a favor de Donald Trump.
Más reacciones
Por otro lado, el asesor de Seguridad Nacional estadounidense, Jake Sullivan, habló por teléfono con su homólogo ruso, Yuri Ushakov, inmediatamente después de la fallida rebelión de Wagner para asegurar que Estados Unidos no tenía nada que ver con esas acciones. Así se confirmó este jueves desde la Casa Blanca. Sullivan se puso en contacto con Ushakov con el fin de hacer saber a Moscú que aquel efímero conato de sedición de Prigozhin era un asunto interno, en un intento por evitar un deterioro aún mayor de las relaciones, agudizadas ya por la invasión de Ucrania.
Mientras, Putin ha reaparecido durante la cumbre de los BRICS que se celebra estos días en Sudáfrica, pero no ha hecho ninguna referencia a la muerte de Prigozhin. Putin se ha ceñido al guion en un discurso pronunciado por videoconferencia ante la cumbre de líderes de los BRICS y se ha limitado a reivindicar la «influencia» de esta asociación, que ahora se amplía, y la necesidad de avanzar en cuestiones como una divisa común. El presidente ruso ha sido el único líder de los BRICS que no ha asistido a la reunión de Sudáfrica, ya que ha delegado en su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, tras saberse señalado por el Tribunal Penal Internacional (TPI) por los presuntos crímenes de guerra cometidos en Ucrania