No había cumplido un año como alcalde de Madrid cuando recibió la llamada que marcaría una página negra en su vida. Tanto política como personal. Alberto Ruiz-Gallardón había presenciado varios atentados en como presidente de la Comunidad. Pero ninguno como aquel. En cuanto le comunicaron que habían estallado un vagón cerca de Atocha no tuvo dudas de que era terrorismo. Poco después supo que no había sido ETA. No sabía a lo que se enfrentaban. Ni si había más bombas ni cuál era el objetivo. De ahí las angustiosas horas que fueron transcurriendo hasta la identificación de las 192 víctimas mortales. Lo cuenta desde su despacho, donde ejerce la abogacía alejado de la política, decorado por mapas antiguos de Madrid en las cuatro paredes.
El exalcalde, expresidente y exministro de Justicia no entra a hablar de actualidad. Tan solo siente la responsabilidad personal de conceder entrevistas para relatar los peores momentos que vivió la ciudad durante los atentados de Atocha. Así, Gallardón recibe a 20minutos con motivo del vigésimo aniversario de aquella tragedia. Admite que por muchos simulacros que se hicieran entonces nunca fueron «capaces de prever lo que ocurrió». No obstante, saca a relucir el ejemplo que dieron los madrileños: pese a los terroristas, y a diferencia de otras capitales, «no hay islamofobia en Madrid tras el 11M», asegura.
¿Cómo y desde dónde se enteró usted, el alcalde de Madrid, del atentado del 11 de marzo de 2004?Estaba en mi casa, afeitándome. Minutos después de que estallase la primera bomba me llamó Pedro Calvo, mi concejal de Seguridad, y responsable de la Policía Municipal, para decirme que se había producido una explosión en Atocha y que cabía la posibilidad de que hubiera algún muerto.
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¿No era seguro?Me dijo algo así como ‘no se puede descartar que se haya producido algún muerto’. Y dije: ‘Nos vemos allí’.
Tuvo que resultar muy difícil. Ha dicho en muchas ocasiones que ese día vio morir a gente.Desgraciadamente, tenía experiencia de estar en el escenario de un atentado. Pero ese día, la situación era distinta porque los efectos del atentado no se habían terminado. Cuando llegué a Atocha, los sanitarios del Samur seguían intentando salvar vidas. Fue la primera vez que vi actuar a los equipos de intervención: vi al Samur atendiendo a los heridos, su satisfacción cuando conseguían estabilizar a uno y su frustración cuando constataban su fallecimiento.
¿Le pidieron algo?No. Ellos tenían unos protocolos extraordinarios. En el Ayuntamiento hacíamos todos los años un simulacro de catástrofe. Los que lo organizaban llevaban a situaciones que yo siempre decía ‘esto jamás se puede producir en Madrid’. Nunca fuimos capaces de prever ni imaginar lo que ocurrió el 11 de marzo, una tragedia con ese resultado de pérdida de vidas y de heridos.
¿Cambiaron los protocolos a partir de entonces?Cambiaron muchas cosas. España tenía una durísima convivencia con el terrorismo de ETA: había una actuación de persecución y de prevención para evitar nuevos atentados. A partir del 11M se empezó a hacer con los grupos yihadistas radicales. Como consecuencia, durante estos 20 años los servicios de Inteligencia y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han conseguido evitar que se cometan algunos atentados. A raíz del 11M, Madrid fue demandada por muchísimas ciudades, no solamente de Europa sino de todo el mundo, para que compartiera su experiencia.
¿Qué errores y qué aciertos hubo?El acierto más importante fue la coordinación. Desde el Ayuntamiento nos pusimos a disposición de la Audiencia Nacional, en cuanto se constató que era un atentado terrorista, como imaginé desde el primer momento. Cuando Pedro Calvo me dice que la explosión se ha producido en un vagón, no tengo duda de que es un atentado porque, además, no hay ningún combustible fósil en los vagones de Cercanías.
¿Cuándo supo que no era ETA?La primera persona que me dijo que pensaba que no había sido ETA fue [el juez] Baltasar Garzón. Me llamó a las 9.30. Yo le comenté: ‘qué hijos de puta estos de ETA”. Y me dijo: ‘Alberto, no ha sido ETA’. Me explicó que, por la experiencia que tenía en la investigación de atentados terroristas, el modus operandi no se correspondía a esa banda terrorista.
¿Hubo buena coordinación con el Gobierno central?Sí, pero sin que los políticos hiciésemos nada excepcional.
¿Cree que eso se repetiría a día de hoy con la tensión política que hay entre PSOE y PP?Sin ninguna duda. La respuesta al 11M es un éxito de los operativos y de una actitud muy generosa por parte de muchos ciudadanos. Por ejemplo, los taxistas ese día llevaron gratis absolutamente a todos los familiares que querían ir a los hospitales a ver si estaban allí las personas que estaban buscando o que tuvieron que ir después a Ifema, donde pusimos la morgue. También hubo una colaboración espontánea de los bomberos que no estaban en activo ese día. La ciudad reaccionó con con enorme serenidad.
¿Igual que la de los gobernantes?Sí. En los primeros momentos no sabíamos la dimensión. Estábamos acostumbrados a un terrorismo como el de ETA, que es un disparo cobarde o una carga explosiva. Con el 11M no sabíamos cuántas bombas más se habían puesto. Vivimos momentos de angustia.
¿Cuál fue la primera decisión que tomó como alcalde?Mi preocupación era la coordinación. Había que salvar el mayor número de vidas posibles, pero luego era importante no saturar las urgencias de los hospitales. Tuvimos que tomar otras decisiones muy duras como establecer una morgue en Ifema para la identificación. Tenía en la cabeza lo que había pasado con el Yak 42 e intenté una identificación muy precisa.
¿Cómo se sucedieron las siguientes horas?Angustiosas porque no solamente teníamos que ser eficaces, sino que teníamos que conseguir evitar uno de los objetivos que tenía el atentado terrorista del yihadismo radical: el de romper la convivencia en Madrid. Los terroristas buscaban el pretexto del ‘nos discriminan y marginan y nos persiguen’ para justificar su acción criminal. Nada de eso ocurría en Madrid antes y nada de eso ha ocurrido después. No se produjo una reacción islamófoba ni hubo ruptura de la convivencia.
¿El paso del tiempo es injusto con las víctimas?Las víctimas siempre son acreedoras de tener todo el recuerdo y reconocimiento. Todo lo que hayamos hecho o hagamos siempre será poco. Pero Madrid se volcó y no quiso olvidar. Era nuestra obligación vivir la vida que los terroristas le habían impedido vivir a las víctimas.
¿Cree que debe de reponerse el memorial en el exterior de Atocha?Estoy seguro de que buscarán la mejor forma de que haya una presencia permanente.
Los ladrillos de cristal del monumento se repartirán entre asociaciones de víctimas y vecinos. ¿Le gustaría optar a un trozo del memorial o se basta con el recuerdo?Ya lo tengo. Lo guardé desde que se inauguró el monumento.
¿Cree que las nuevas generaciones conocen la historia?Sí. El 11M está en la historia de España. No es un atentado ni olvidado por los que lo vivimos ni desconocido para las nuevas generaciones. Marcó a los ciudadanos en sus sentimientos y sus temores y marcó a las autoridades en la necesaria prevención. Hay una memoria colectiva de solidaridad con las víctimas porque los madrileños se dieron cuenta de que el objetivo de los terroristas no era un cuerpo de seguridad, un funcionario judicial o un político concreto. El objetivo eran todos los madrileños.